El sol se acuesta
vestido de rojo
tras la avellaneda.
La luz dorada del ocaso,
en el tibio ámbar de tus ojos claros
por un instante tiembla.
Nunca más amor mío
pude verte así,
¡tan triste!...¡tan bella!
Nunca más vida mía
te volveré a sentir,
¡tan lejos!...¡tan cerca!