Educar a nuestros hijos puede parecernos una tarea inmensa
para la que nadie está preparado, solemos encontrarnos un montón de opiniones de expertos que nos aconsejan los pasos que debemos dar, para evitar determinados comportamientos. Estas,”recetas”, no tienen en cuenta, por qué resulta imposible; que cada niño tiene su propio carácter, y que lo que puede ser adecuado para unos no sirve para nada con otros. La edad es muy importante, resulta muy difícil modificar comportamientos durante la adolescencia, es en las primeras etapas de la vida donde debemos sentar las bases, que sustentarán su educación.
Pero...¿qué es una buena educación?, desde luego lo que no es, es idealizar a nuestros hijos, y dirigir sus vidas hacia metas que más tienen que ver con nosotros, que con ellos mismos, sino simplemente darles las herramientas que les permitan, llegar a ser felices y decidir su vida por sí mismos, y manejarse en este mundo con suficiencia y responsabilidad.
Lógicamente, los primeros que deben ser responsables son los padres, se ven aún muchos casos de padres que pretenden ser eternos adolescentes, y sobre todo debemos dedicarles tiempo, porque los hijos hay que disfrutarlos, jugar con ellos y aprender, ya que ellos también tienen muchas cosas que enseñarnos.
Creo que pocos momentos en la vida podremos sentirnos más felices, que cuando ayudados de unos títeres representamos un cuento inventado para ellos, eso sí, más vale recordarlo bien, pues no admitirán la próxima vez, que nos olvidemos de una sola palabra.
Aunque este mundo que nos ha tocado vivir, ha ido colmándose de peligros, no debemos angustiarnos, porque si uno educa bien a sus hijos, lo que mayoritariamente recibirá de ellos serán satisfacciones.Transmitirles el valor del esfuerzo y la responsabilidad, es un proceso que debemos ir cubriendo poco a poco, si un niño de 4 años, ya puede ayudarnos recogiendo sus juguetes ó ayudándonos a poner la mesa, ¿por qué no vamos a pedírselo?.
Lo más importante es dejar bien asentado el principio de autoridad, existe una opinión muy
extendida que viene a establecer, que debemos ser amigos de nuestros hijos, con todos mis
respetos, para nada estoy de acuerdo, porque eso coloca a los chavales, en posición de igualdad
respecto a nosotros, y no debemos olvidar que somos nosotros los adultos, y por tanto los que
debemos tomar las decisiones.
Desde luego esto no implica, que no tengamos muy en cuenta su opinión, las mejores normas son aquellas que se establecen por consenso, y siempre debe existir diálogo, debemos explicarles detenidamente nuestros motivos, escuchar los suyos y decidir, porque eso sí, sólo a nosotros como adultos nos corresponde.
Escuchar y rectificar, incluso pedir perdón, es una cosa, y claudicar otra muy distinta, y sobre todo sentido común, porque cuando una norma se establece, tampoco podremos nosotros saltárnosla alegremente, y es que la única forma de predicar es siempre con el ejemplo.
para la que nadie está preparado, solemos encontrarnos un montón de opiniones de expertos que nos aconsejan los pasos que debemos dar, para evitar determinados comportamientos. Estas,”recetas”, no tienen en cuenta, por qué resulta imposible; que cada niño tiene su propio carácter, y que lo que puede ser adecuado para unos no sirve para nada con otros. La edad es muy importante, resulta muy difícil modificar comportamientos durante la adolescencia, es en las primeras etapas de la vida donde debemos sentar las bases, que sustentarán su educación.
Pero...¿qué es una buena educación?, desde luego lo que no es, es idealizar a nuestros hijos, y dirigir sus vidas hacia metas que más tienen que ver con nosotros, que con ellos mismos, sino simplemente darles las herramientas que les permitan, llegar a ser felices y decidir su vida por sí mismos, y manejarse en este mundo con suficiencia y responsabilidad.
Lógicamente, los primeros que deben ser responsables son los padres, se ven aún muchos casos de padres que pretenden ser eternos adolescentes, y sobre todo debemos dedicarles tiempo, porque los hijos hay que disfrutarlos, jugar con ellos y aprender, ya que ellos también tienen muchas cosas que enseñarnos.
Creo que pocos momentos en la vida podremos sentirnos más felices, que cuando ayudados de unos títeres representamos un cuento inventado para ellos, eso sí, más vale recordarlo bien, pues no admitirán la próxima vez, que nos olvidemos de una sola palabra.
Aunque este mundo que nos ha tocado vivir, ha ido colmándose de peligros, no debemos angustiarnos, porque si uno educa bien a sus hijos, lo que mayoritariamente recibirá de ellos serán satisfacciones.Transmitirles el valor del esfuerzo y la responsabilidad, es un proceso que debemos ir cubriendo poco a poco, si un niño de 4 años, ya puede ayudarnos recogiendo sus juguetes ó ayudándonos a poner la mesa, ¿por qué no vamos a pedírselo?.
Lo más importante es dejar bien asentado el principio de autoridad, existe una opinión muy
extendida que viene a establecer, que debemos ser amigos de nuestros hijos, con todos mis
respetos, para nada estoy de acuerdo, porque eso coloca a los chavales, en posición de igualdad
respecto a nosotros, y no debemos olvidar que somos nosotros los adultos, y por tanto los que
debemos tomar las decisiones.
Desde luego esto no implica, que no tengamos muy en cuenta su opinión, las mejores normas son aquellas que se establecen por consenso, y siempre debe existir diálogo, debemos explicarles detenidamente nuestros motivos, escuchar los suyos y decidir, porque eso sí, sólo a nosotros como adultos nos corresponde.
Escuchar y rectificar, incluso pedir perdón, es una cosa, y claudicar otra muy distinta, y sobre todo sentido común, porque cuando una norma se establece, tampoco podremos nosotros saltárnosla alegremente, y es que la única forma de predicar es siempre con el ejemplo.
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