
Muchos podemos aún recitar de memoria la lista de los reyes godos, sin conocer absolutamente nada más de aquel asombroso pueblo; ni su forma de vida, ni sus creencias, ni los motivos que los impulsaron a desplazarse hacia el sur, liquidando así los decadentes restos del milenario imperio romano, y comenzar de este modo un mundo nuevo sobre las cenizas del antiguo.
La mayoría de nosotros, puede recordar sin ningún esfuerzo el nombre de los faraones que construyeron las pirámides, sin saber nada de la vida de aquellos campesinos, arquitectos y canteros, que con su esfuerzo y sacrificio levantaron con su ingenio, piedra a piedra, tan asombrosos e inmortales monumentos.
Entre nosotros y nuestros antepasados, a menudo se interpone un velo tupido de misterio. Un velo que los convierte en fantasmas, sin vida ni personalidad ; como los extras en una película que se encuentran allí, por que simplemente forman una parte más de su decorado.
Bastará sin duda con descorrer ese velo que los aleja de nosotros para reconocernos a nosotros mismos. Para comprender, que después de todo, el ser humano no a cambiado tanto, y que sus anhelos y motivaciones son muy parecidos a los nuestros ; y que contamos además con la muy estimable ventaja de poder aprender de sus errores y construir así un futuro mejor para todos.