EL NUEVO PODER

El mundo cambia, a veces más rápido de lo que pensamos. Las actitudes ,los valores que hasta ahora nos parecían inamovibles están comenzando a perecer. Es normal que mucha gente se sienta desorientada y perdida, y como  las inseguridades provocan inevitablemente el miedo, y el miedo puede acabar desembocando en pánico, lo único que podemos esperar en esta tesitura es que la situación empeore,y que acabemos perdiendo el control.

La revolución que se está viviendo en el mundo islámico tiene un protagonista inesperado, Internet, y un motivo más de preocupación para los poderosos que hasta ahora podían pensar que todo lo tenían atado y bien atado. 

    Pero ya no es así, es evidente que, de manera silenciosa,los tiranos están siendo derrocados por un enemigo invisible imposible de contrarrestar. Pero , ¿quién está ó puede estar detrás de ese nuevo poder tan subversivo? , ¿que puede conseguir que toda una región del mundo se amotine desde el anonimato proporcionado por un ordenador personal?.

   Pues, realmente cualquiera,e so es tal vez lo más preocupante y desestabilizador ,que cualquier grupo, con cualquier objetivo por descabellado que sea, puede influir decisivamente en la política y los asuntos públicos. Para que dichas iniciativas tengan éxito, se necesita evidentemente un caldo de cultivo favorable, una cosa es que cualquiera pueda divulgar proclamas incendiarias por la red, y otra muy distinta es que estas tengan el suficiente eco como para provocar una revuelta.

   En el caso del Magreb, la existencia de esas dictaduras, respaldadas y sostenidas por occidente, la corrupción sin medida, los bajos salarios y la inexistencia de servicios sociales, son más que suficientes para disparar la rebelión. Hasta ahora, el pueblo no tenía más remedio que soportar y adaptarse a las situaciones de injusticia ó corrupción de los poderes del estado, la única alternativa posible era la protesta , (que se muestra bastante ineficaz) , ó la subversión armada.

   Así que, la mayoría de la gente, caía en la indolencia y en la resignación, preocupándose
 únicamente de sobrevivir sin poner en cuestión el status quo. Pero eso ha cambiado radicalmente, como bien señaló el ex-futbolista del Manchester, Eric Cantona, la revolución es muy sencilla de hacer, se puede derrumbar cualquier sistema político, simplemente con que un número importante de personas retire su dinero de los bancos.


Es así de fácil, los gobiernos tienen a partir de ahora una espada de Damocles pendiendo amenazadoramente sobre sus cabezas, es de esperar por tanto que reaccionen de alguna forma.

   ¿Tratarán de controlar y censurar la red, como hace el gobierno Chino?. Por nuestra cultura democrática no es fácil que en nuestro mundo occidental llegue a ocurrir algo así, al menos no abiertamente, pero dados los últimos acontecimientos sí que es probable que los poderosos estudien medios más sutiles de control sobre los contenidos de Internet.

   Ahora son conscientes del riesgo que corren, casos como el de WikiLeaks y el rocambolesco juicio contra su fundador, Julian Asange, son demostrativos de que los Estados no van a quedarse de brazos cruzados.

   Resulta muy curioso que Internet tenga el potencial suficiente para permitir alcanzar la vieja utopía de la democracia directa, pero así puede llegar a ser, pues su influencia cada vez es mayor, y no puede dejarse de lado. Un ejemplo de todo esto lo acabamos de tener en España, donde la aprobación de la ley "Sinde", que faculta a los poderes públicos para cerrar páginas de Internet que permitían la descarga de contenidos piratas, sin la tutela y consentimiento de un juez, ha promovido la creación de una página, Nolesvotes.com, por la que los partidos políticos están seriamente preocupados.

   Cuenta ya con unos 380.000 usuarios que piden que no se vote a los partidos que aprobaron la ley en las próximas elecciones municipales y autonómicas. Si este tipo de iniciativas se generaliza, y todo parece indicar que así va a ocurrir en el futuro, los gobernantes van a verse obligados, muy a su pesar,a tener muy en cuenta los deseos y reclamaciones de sus gobernados, no una vez cada cuatro años como ocurre ahora, sino todos y cada uno de los días que detenten el poder.









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