En estos tiempos de crisis donde nuestra forma de vida carece totalmente de la más mínima estabilidad,donde cualquiera de nosotros está expuesto a perder su trabajo,incluso su casa,en manos de los "sufridos e inocentes banqueros" que se han visto obligados a retirarse con millonarias indemnizaciones y pensiones vitalicias.El número de "pesimistas","aguafiestas" y "agoreros" se ha disparado de manera incontrolada hasta el punto de convertirse en una epidemia contagiosa e imposible de atajar.
Cada vez es más difícil encontrar personas que sepan ver la luz en el oscuro túnel por el que nuestra sociedad parece estar deslizándose hacia el abismo...
Esta actitud tiene la perniciosa consecuencia de profundizar aún más en las dificultades a las que nos estamos enfrentando.De manera similar a lo que le sucede a un animal que se debate con demasiado ímpetu al caer en las arenas movedizas,su lucha enconada ,lejos de servirle para liberarse,solamente acelera su hundimiento fatal.
Si utilizásemos la lógica,desnuda de cualquier apasionamiento,seríamos capaces de ser lo suficientemente objetivos para concluir con aquel viejo refrán de que "nunca llovió que no escampara".
Sin ninguna duda podemos confiar en nosotros mismos y nuestras fuerzas para salir adelante y superar las adversidades que con la actitud que tenemos nos parecen aún más inabordables de lo que son en realidad ,pero...¿porqué nos parecen tan insuperables?,¿cuál es la razón por la que el número de pesimistas y "agonías" aumente de manera tan desaforada en tiempos de dificultad?
La razón fundamental se encuentra en nuestro cerebro.Un milagro de la evolución programado para percibir de manera singular los peligros y las amenazas,y para reaccionar priorizando el instinto de supervivencia por encima de todo lo demás.
Ese instinto que nos protegió del ataque de los depredadores cuando nuestros antepasados deambulaban por la sabana africana,sigue estando vigente ahora mismo con la misma intensidad que antaño,y es nuestro mayor enemigo para valorar equilibradamente la situación y reaccionar ante las dificultades con un mayor grado de optimismo y confianza en nuestra capacidad.
Nuestros genes no se han enterado aún de que hemos abandonado para siempre las cavernas.Para ellos la ejecución de nuestra hipoteca no es tan sólo un mal rato,(ó mejor dicho,un mal Rodrigo Rato), es un fiero león que amenaza con despedazarnos y ante el que nuestras esperanzas se descomponen sin poderlo remediar.
Y sin embargo, y cada vez en mayor medida,nuestra sociedad reacciona oponiéndose de manera activa a los desahucios.Se crean asociaciones que obligan a las autoridades y banqueros a desistir de su empeño "devorador", manifestándose y luchando por los derechos de otras personas a las que ni siquiera conocen pero que sienten como parte de su comunidad.
Esa quizás es nuestra mejor baza.El carácter social de nuestra especie,el sentimiento de solidaridad que también es parte del mecanismo de supervivencia que heredamos de nuestros antepasados y que deberíamos aprovechar para "incrustar" profundamente en nuestro cerebro el optimismo ante la dificultad.
El positivismo es algo que se aprende sabiendo vivir intensamente el presente y colocando el futuro y el pasado en su justa perspectiva,evitando que se conviertan en factores demasiado influyentes en nuestra presente realidad.En este aprendizaje nuestro cerebro es uno de los mayores enemigos,precisamente por su gran capacidad .
Pensemos por ejemplo en una cebra que se ve atacada por un león.Si consigue escapar,superará la angustiosa experiencia de haber visto su vida en peligro en muy poco tiempo porque su cerebro no será capaz de recordar.Pero una experiencia así en la vida de un ser humano no sería olvidada jamás.Por otro lado,y mirando la otra cara de la moneda,la cebra agredida no podría esperar de ninguno de sus congéneres ninguna solidaridad.Las cebras viven en comunidad porque la multitud disminuye las posibilidades de que los depredadores le elijan a uno mismo como objetivo en particular,pero en caso de ver en peligro la vida de cualquiera de sus compañeros no acudirán a socorrerlo ni lo ayudarán.
Afortunadamente nuestro cerebro no funciona así,nosotros somos capaces de ponernos en el lugar de nuestros semejantes aunque no sean nuestros hijos ó nuestros hermanos.Somos capaces de sentir su angustia y de lanzarnos en defensa de los que necesitan de nuestra ayuda aunque no pertenezcan a nuestra familia ni sus problemas nos toquen de cerca ni pongan en cuestión nuestro propio bienestar.
Puede que la dureza y la falta de solidaridad de Angela Merkel sea la mayor amenaza a nuestra prosperidad,pero siendo positivos....no me digan que no tiene un escote verdaderamente espectacular.
Cada vez es más difícil encontrar personas que sepan ver la luz en el oscuro túnel por el que nuestra sociedad parece estar deslizándose hacia el abismo...
Esta actitud tiene la perniciosa consecuencia de profundizar aún más en las dificultades a las que nos estamos enfrentando.De manera similar a lo que le sucede a un animal que se debate con demasiado ímpetu al caer en las arenas movedizas,su lucha enconada ,lejos de servirle para liberarse,solamente acelera su hundimiento fatal.
Si utilizásemos la lógica,desnuda de cualquier apasionamiento,seríamos capaces de ser lo suficientemente objetivos para concluir con aquel viejo refrán de que "nunca llovió que no escampara".
Sin ninguna duda podemos confiar en nosotros mismos y nuestras fuerzas para salir adelante y superar las adversidades que con la actitud que tenemos nos parecen aún más inabordables de lo que son en realidad ,pero...¿porqué nos parecen tan insuperables?,¿cuál es la razón por la que el número de pesimistas y "agonías" aumente de manera tan desaforada en tiempos de dificultad?
La razón fundamental se encuentra en nuestro cerebro.Un milagro de la evolución programado para percibir de manera singular los peligros y las amenazas,y para reaccionar priorizando el instinto de supervivencia por encima de todo lo demás.
Ese instinto que nos protegió del ataque de los depredadores cuando nuestros antepasados deambulaban por la sabana africana,sigue estando vigente ahora mismo con la misma intensidad que antaño,y es nuestro mayor enemigo para valorar equilibradamente la situación y reaccionar ante las dificultades con un mayor grado de optimismo y confianza en nuestra capacidad.
Nuestros genes no se han enterado aún de que hemos abandonado para siempre las cavernas.Para ellos la ejecución de nuestra hipoteca no es tan sólo un mal rato,(ó mejor dicho,un mal Rodrigo Rato), es un fiero león que amenaza con despedazarnos y ante el que nuestras esperanzas se descomponen sin poderlo remediar.
Y sin embargo, y cada vez en mayor medida,nuestra sociedad reacciona oponiéndose de manera activa a los desahucios.Se crean asociaciones que obligan a las autoridades y banqueros a desistir de su empeño "devorador", manifestándose y luchando por los derechos de otras personas a las que ni siquiera conocen pero que sienten como parte de su comunidad.
Esa quizás es nuestra mejor baza.El carácter social de nuestra especie,el sentimiento de solidaridad que también es parte del mecanismo de supervivencia que heredamos de nuestros antepasados y que deberíamos aprovechar para "incrustar" profundamente en nuestro cerebro el optimismo ante la dificultad.
El positivismo es algo que se aprende sabiendo vivir intensamente el presente y colocando el futuro y el pasado en su justa perspectiva,evitando que se conviertan en factores demasiado influyentes en nuestra presente realidad.En este aprendizaje nuestro cerebro es uno de los mayores enemigos,precisamente por su gran capacidad .
Pensemos por ejemplo en una cebra que se ve atacada por un león.Si consigue escapar,superará la angustiosa experiencia de haber visto su vida en peligro en muy poco tiempo porque su cerebro no será capaz de recordar.Pero una experiencia así en la vida de un ser humano no sería olvidada jamás.Por otro lado,y mirando la otra cara de la moneda,la cebra agredida no podría esperar de ninguno de sus congéneres ninguna solidaridad.Las cebras viven en comunidad porque la multitud disminuye las posibilidades de que los depredadores le elijan a uno mismo como objetivo en particular,pero en caso de ver en peligro la vida de cualquiera de sus compañeros no acudirán a socorrerlo ni lo ayudarán.
Afortunadamente nuestro cerebro no funciona así,nosotros somos capaces de ponernos en el lugar de nuestros semejantes aunque no sean nuestros hijos ó nuestros hermanos.Somos capaces de sentir su angustia y de lanzarnos en defensa de los que necesitan de nuestra ayuda aunque no pertenezcan a nuestra familia ni sus problemas nos toquen de cerca ni pongan en cuestión nuestro propio bienestar.
Puede que la dureza y la falta de solidaridad de Angela Merkel sea la mayor amenaza a nuestra prosperidad,pero siendo positivos....no me digan que no tiene un escote verdaderamente espectacular.
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